Recuerdos que vienen y se van {Jenna}‏

Las clases habían terminado por fortunio para Stefano, él siempre disfrutaba realmente de sus cátedras, Cultura Griega I y Psicología General eran los cursos que había visto esa mañana del lunes, el interés que él sentía por Grecia se vio mitigado por un intenso dolor de cabeza que le había molestado desde que despertó y que estaba llegando al punto de la migraña a la hora de la salida. Estudiantes iban y venía caminando con tranquilidad por los pasillos mientras que él intentaba parecer inmutable, bien decía Filipo su padre, que por ningún motivo debía mostrar debilidad, ni física, ni mental, un dolor como aquel no podría acabar con aquellas enseñanzas, después de todo estaba acostumbrado a mucho más que eso.

Al cruzar en una esquina que le llevaría hacia el ala de su habitación tuvo que detenerse pues el dolor de cabeza había traído consigo imágenes que aparecían en su mente de manera intermitente ¿Qué mierda me pasa? Pensó mientras llevaba una de sus manos a su frente, imágenes de su vida en Florencia aparecían como pequeños retazos, sin una cronología o algún sentido, rostros de personas aparentemente desconocidas, palabras, frases en italiano, en español, todas al mismo tiempo como una ráfaga de ruido en un vídeo que parecía estar dañándose… Cerró con fuerza sus ojos intentando concentrarse en los recuerdos que atacaban su mente.

Agujas, un lugar frío y dolor… Todo en conjunto aparecía como un flashback causando un intensa presión en su cabeza, se apoyó en una de las paredes del pasillo que aparentemente estaba desolado, apenas oyó una voz que se acercaba preguntándole si estaba bien- Estoy bien –mintió aún con los ojos cerrados pero la voz seguía insistiendo en querer ayudar, en medio del intenso dolor de cabeza y confusión pudo reconocer que se trataba de uno de los vigilantes de la universidad, este hizo que se apoyara en él y aunque Stefano quiso negarse inicialmente pensó que si se quedaba allí perdería la consciencia en cualquier instante lo que sería potencialmente peor, caminó junto al vigilante del cual desconocía el nombre por unas estrechas escaleras que llevaban a un lugar que desconocía por completo o quizás no, él ya no sabía que era verdad y que era una alucinación; todo seguía siendo un revoltijo en su mente.

¿Keyn? –Fue lo primero que preguntó al estar en aquella sala que tenía un parecido a los centros de operaciones de un hospital, allí frente a él estaba Jenna Keyn, la psicóloga y profesora de la universidad- ¿Esto es la enfermería? Estoy bien el tipo ha exagerado –Fue lo que pudo decir antes de que otra ola de dolor diera como una roca contra su mente, el vigilante que le había traído le acomodó en lo que parecía una camilla normal, pero cuando pudo darse cuenta abrazaderas presionaban en sus muñecas y tobillos impidiendo que pudiese moverse, su mente seguía confusa, sus recuerdos estaban volviendo probablemente por su encuentro con Chiara y allí estaba, en aquel lugar listo sin saberlo, para que todo aquello desapareciese nuevamente.

Llevaba alrededor de dos horas pasando a un archivo de computadora las ficha psicofísicas de los alumnos de tercer año, uno tras otro viendo sus historiales clínicos sin prestarles demasiada atención, aunque intentaba pero después de la primer hora y media simplemente había perdido la concentración y trasladaba información sin importarme.
Mis ojos quedaron clavados en la puerta de vidrio de mi oficina, no me gustaba demasiado ni le encontraba privacidad a este espacio siendo el despacho de un doctor por lo que al mudarme no lo dudé dos veces e hice una redecoración como excusa poniendo mi archivero y computadora lejos del alcance visual.
Suspiré de forma audible mientras sostenía el peso de mi cabeza en el puño izquierdo sobre la mesa, viendo letras, fotos y lo que mas me atraía por leer “información adicional”. No lograba ver nada en especial o distinto, a casi todos les habían colocado las mismas cosas por eso no perdía demasiado tiempo detallando; rostros de familiares que ocupaban capacidad de almacenamiento fueron eliminados, aliados, amigos y conocidos impuestos, me pregunté como lograban diferenciar los reales y los implantados en un lugar tan concurrido.
Mi vista bailó de la pantalla de mi computadora a la puerta, los alumnos no dejaban de cruzar por enfrente de mi oficina y me ponía nerviosa el hecho de leer ese tipo de información en la superficie, aunque tampoco me agradaba estar abajo así que con un poco de cuidado podría manejarme bien.
Estiré mis brazos y piernas aferrándolas al suelo y reclinando mi asiento hacia atrás mientras bostezaba profundamente, cerré mis ojos y los alcancé con mis puños cerrados para fregarlos con pereza, todavía quedaba una buena cantidad de horas de trabajo por lo que después de dejar mi vista clavada en un punto fijo desconcentrándome cada vez mas me decidí por ponerme en pie y caminar hasta la cafetera para llenar una taza y sentarme en el mueble frente a la puerta de vidrio para encontrar del lado de enfrente la pared o mas alumnos caminando a prisa.
Di un ligero salto de sorpresa en cuanto el bipper vibró en mi cintura, reí bufando por esa tontería y lo levanté desdibujando la sonrisa mientras me ponía de pie y empezaba a caminar incrementando la velocidad y viendo de vez en cuando detrás de mi asegurándome de que nadie me prestara atención, tuve que caminar fuera del Campus hasta encontrar el edificio de recepciones para pedir la tarjeta- llave.
Me sentí un poco extraña al pedirla ya que nunca había ingresado por un fallo y no tenía idea de que era lo que podía estar pasando. Presioné mis labios ante la recepcionista al ofrecerme la tarjeta y caminé hasta el ascensor que me llevó al subsuelo que tanta claustrofobia le tenía.
Una vez adentro ignoré las luces blancas de los fluorecentes o las oficinas con puertas abiertas y profesionales caminando de un lado al otro o simples empresarios negociando, aclaré mi garganta acercándome al final del pasillo, doble a la izquierda y tomé una de las batas colocándomela sin detenerme, ahora tomando una tablilla con la ficha a tratar que estaba sobre la puerta del consultorio.
Hasta ahora no había estado en la situación de resetear un conocido, lo había cruzado un par de veces en pasillos, clases. Tragué con dificultad acercándome un poco y sonriendo al acercarme con toda la naturalidad posible, dejé los papeles a un lado y me senté en una banca junto al cuerpo del alumno- Hey…- dije acercándome a el, con una altura pronunciada ya que el asiento me dejaba a bastante diferencia y no me agradaba el tenerlo atado porque con una simple mentira podría drogarlo pero con el guardia al lado no iba a ser muy llevadero, alcé la vista hacia el cuidador un poco molesta por la brusquedad y luego de nuevo hacia Stefano- Tranquilo, solo es para un análisis y no puedes moverte- volví a sonreír de lado levantando uno de las linternas y alumbrando sus ojos notando los reflejos- Stefan, ¿Qué es lo que sientes concretamente?- dije todavía moviendo la luz de un ojo a otro.

No se había equivocado, de hecho se trataba de Jenna Keynes, sabía desde un inicio que era la médico de cabecera pero desconocía el hecho de que atendía en un lugar como aquel y es que ¿Dónde estaba? De alguna forma todo aquello le parecía a Stefano desagradablemente conocido, pero no tenía ninguna certeza; el custodio seguía parado allí y entre las divagaciones, dolores de cabeza, sonidos e imágenes había olvidado el hecho de que le tenían atado ¿pero qué mierda? Pensó enfocando su vista en Jenna- Keynnes suéltame –aquello no lo dijo con ningún deje de amabilidad, le habían agarrado en un momento de confusión, de desconcentración e incluso de inconsciencia, pero hasta al menos instruido entre esos muros sabía que no le podían amarrar a una camilla por un dolor de cabeza.

Él frunció el ceño e intento zafarse de aquellas abrazaderas con toda la fuerza que pudo reunir, pero era totalmente en vano; el cuero del que estaban hechas aquellas cosas parecía estar acostumbrado a los forcejeos y a aguantar mucho más que un par de tirones, las luces de los fluorescentes en la sala eran casi enceguecedores y pudo escuchar la voz de Keyn intentando tranquilizarlo, arqueó una ceja y dirigió su vista hacia ella- ¿Me harás un examen de qué? –dejó de forcejear por ese instante, después de todo no estaba sirviendo para nada más que magullarse las muñecas- ni siquiera sabe que… -nuevamente el dolor de cabeza intenso se hizo presente, como si pequeñas millones de agujas se clavaran en su cerebro causando un dolor cada vez más intenso, volvió a forcejear instintivamente comenzando a molestarse por la frustración de no poder moverse y al mismo tiempo porque aquel dolor le estaba haciendo vulnerable.

Después de un momento la intensa sensación se calmó dejando un espacio de agradecida calma- Vale –el dolor no pasaría por sí solo, no podía zafarse y se estaba desquiciando, sin embargo él no era como aquellos molestos Gok’s que sólo actuaban por instinto y a los cuales siempre había despreciado, estaba acostumbrado a pensar las cosas con cabeza fría y calcular que era lo que debía hacer; aquí había algo demasiado extraño definitivamente y aunque el dolor que llegaba de repente le impedía pensar con claridad definitivamente ese lugar no era la enfermería de la universidad por lo que tenía que asegurarse de salir- Hmmm… -Se concentró en su propia mente, intentando captar algo de lo que transcurría, tal vez aquella sala también era una alucinación pero si seguía con ese hilo de pensamientos iría de Cosgrand al psiquiátrico- personas, hay personas en mi mente a las cuales no he visto jamás pero aún así las veo, junto a mí en situaciones que no pasaron –Aquello no era cierto, por supuesto que las había visto, en Florencia, en su llegada a los Estados Unidos, pero todos aquellos rostros y gestos fueron borrados haciendo que aquellos simples recuerdos parecieran un ilógica divagación.

El rostro de alguien quien era perfectamente familiar aparecía una y otra vez en situaciones que por apariencia no habían vivido jamás, se trataba de Chiara, la chica que había visto días antes y con la que había congeniado de una forma casi imposible pese a su personalidad, él estuvo seguro de haberle visto en otro lugar, pero desechó la idea al asegurar que le recordaría de ser así y es que ¿cómo carajos podría haberle olvidado? Su respiración ya no era tan errática, volvió su vista a Jenna sin intención de contarle en absoluto el asunto de Chiara, si le conocía y le había olvidado arreglaría eso por sí solo, no tenía porque confiar en una médico que le había atado a una camilla, miró el agarre en sus muñecas y habló con tranquilidad creyendo entonces que era el medio para que le dejaran salir- Escucha creo que he bebido de más –en realidad no había bebido en absoluto- dejaré de ligar tequila con whisky y esos cócteles de colores.. Dame una aspirina y me iré a mi habitación mañana estaré como nuevo y tú podrías ir a tomarte un café –el dolor seguía allí, en calma como si esperase el momento exacto para arreciar nuevamente y acabar con la fachada de todo estará bien.

Al ver los esquives y las cotracciones de las pupilas ante el contacto directo con la luz era mas que claro que varias de las cosas que hacía o decía eran por nervios mas que por cualquier otra cosa, apagué la linterna y puse mis manos a ambos lados de su cuello para que me viera fijamente tratando de mantener una expresión totalmente serena y sonriendo un poco para que no hiciera escandalo cuando le dijera que no estaba en los planes soltarlo-. Stefano, no es necesario que mientas y los análisis son solo placas, no es tan malo como parece solo que es muy importante que no te muevas por eso son las correas- respondí rápidamente apartándome y caminando hasta cruzar la vista con el guardia que lo había traído quien intentaba contener una risa burlona al escucharme. Negué con mi cabeza mirando hacia abajo también riendo un poco al dejar atrás al paciente acostado en su camilla y alcanzaba el escritorio tomando de uno de los cajones una jeringa que empecé a cargar con cuidado con una de las drogas depresivas del repertorio que tenía en el cajón. – No puede dormirse del todo, tengo que saber donde borrar…- dije en voz baja y ladeando un poco el cuello viendo si había llegado a escuchar lo que le dije al encargado que estaba acompañándonos, quien miraba atentamente lo que hacía como si esperara tener algún tipo de diversión con el reseteo.

Caminé con la jeringa cargada y volví a acercarme, esta vez de pie para tener mejor inclinación ante su brazo izquierdo- Quiero que empieces a decirme que son las cosas que estas viendo cuando la cabeza te duele- ni siquiera moví mis ojos a los suyos, sabía que no era lo que le había advertido y que empezaría a forcejear en cualquier segundo que viera la jeringa por lo que tenía que moverme rápido, después de un par de maniobras con una sola mano para correr la manga de su camiseta y visualizar la vena central levanté mi mano y sin dudarlo dos veces clavé la aguja en la conexión de su antebrazo y hombro- Concéntrate y dime que son las cosas que aparecen ahora en tu cabeza- repetí secamente mientras apretaba mi dedo en el émbolo empujando todo el contenido de la droga, que no era mas que un sedante, antes de cualquier operación tenía que ver que sería lo que debía quitar o reacomodar por lo que solo conseguiría que se aliviara y que la presión en su mente sea directamente reemplazada por las imágenes censuradas.
Quité la aguja al acabar y la dejé a un lado mientras volvía a tomar la linterna enfocando a las pupilas mientras el efecto empezaba a esparcirse.